Todo ello untado en la pretensión de querer encima vender una historia más (¿)madura(?), cosa que creen lograr vendiéndole al público una atmósfera más pesada, pero no más madura, ya que para ello necesitaríamos que los creadores fueran los primeros en serlo, y sencillamente no es el caso. No hace falta ser Kubrick para plantear una película familiar con sentido, como las que nos ofrecía el Disney de los 90. A destacar el personaje de Christoph, cuya existencia ha quedado completamente reducida a un gag: tratar de pedir matrimonio a Anna en momentos poco oportunos, dedicando al tema incluso una canción forzada. O el arco psicólogico de Olaf de muñeco de nieve sociópata a pasar a entender lo que es el "cabreo" cuando Elsa se libera de él y de su hermana -¡Oh, Dios mío, he desbloqueado un sentimiento nuevo!-. Una escena de vergüenza ajena, como toda la película en general.
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🥶 Frozen xxx